10 años atrás, en las primeras horas de la mañana del domingo de ramos mi papá y yo salíamos de la casa para encontrarnos con un grupo de 10 o 12 ciclistas más para empezar nuestro viaje en bicicleta hacia Túquerres, un pueblo colombiano que queda a unos 100 Km de Tulcán.
Durante toda la semana mi mamá había venido insistiéndonos que no salgamos ese domingo en particular; “cómo se les ocurre ir en bicleta hasta Túquerres justo el domingo de ramos, ahí ya se empieza la semanta santa, no creo que sea bueno hacer eso en un día santo” nos repetía. Mi papá, más práctico, le decía que ese día era perfecto para irnos en bicicleta por carretera porque justamente al iniciarse la semana santa el tráfico en la panamericana iba a ser mucho menor que en un domingo normal, lo cual significaba mayor seguridad para el grupo de ciclistas.
Empezamos nuestro recorrido y todo iba normal, de acuerdo a lo planeado. Cuando ya habíamos recorrido más de las tres cuartas partes del trayecto llegamos a un pequeño pueblo y rebasamos a una procesión de domingo de ramos que se dirigía hacia la iglesia local, luego de pasar a la procesión vi como algo brillante salía disparado de la llanta delantera de mi bicicleta; pensé que se trataba de una piedra o algo así, pero me equivoqué, en realidad era el perno que sujetaba el freno delantero. Pocos segundos después el freno cayó entre los radios de la rueda delantera causando que la bicicleta se frene,la parte trasera se levante (algo así como un “volantín” pero con toda bicicleta”) y mi cabeza se estrelle contra el pavimento.
Un momento después me encontraba boca arriba sobre la carretera gritando como desesperado y con un montón de gente con ramos alrededor mío. Cuando pude reaccionar me di cuenta que estaba gritando sin sentido, no me dolía nada, entonces deje de gritar y me incorporé rápidamente. Mi papá me llevó al centro de salud del pueblo para que me revisen; aparentemente el golpe no era de gravedad gracias a la protección que me brindó el casco que llevaba puesto. La bicicleta no estaba en condiciones para poder utilizarla y regresar montado en ella a Tulcán así que llamamos a un tío para que nos vaya a recoger, advirtiéndole que no le vaya a decir nada a mi mamá.
Una vez en Tulcán mi papá tuvo que escuchar el “te lo dije” de mi mamá: “ya vez, yo te dije que no salgan el domingo de ramos. Ahí está el castigo, el Phantom se pudo haber matado”.
Durante la semana que me duró la hinchazón del lado izquierdo de mi frente y el morado-negro-verde debajo de mis ojos pensé mucho en eso del “castigo” que mi madre mencionó; desde entonces no me volví más católico pero si más supersticioso.
Asi son las corazonadas Phantom, y mas certera cuando la tiene un padre o una madre.
Chuta amigo te pudiste haber matado, que miedito!!!
Yo creo que al revés, los ramos fueron lo que te salvaron!!!
Me has sorprendido, no sabia que eras deportista…
¡Eso te pasa por chupar en Viernes Santo!
Uppss, un momento ¡ESE FUI YOOOOO!
Así dez!®
No te sorprendas Dorothy, no soy deportista. Hace años hice el amague de practicar ciclismo y nuevamente hoy estoy retomándolo y no precisamente por mi espíritu deportivo sino por el espíritu de Homero Simpson que quiere adueñarse de mi físico.
Arcades, estuviste de suerte. El viernes santo en ningún lugar pudimos conseguir ninguna bebida con contenido alcohólico, tuvimos que conformarnos con unos jugos de mora y una “picada” (famoso plato del “Extrapan”).
cambie mi boleto un día antes…
del avión de Cubana que se estrello,
por la insistencia de mi mamá…
Pues solo en un lugar encontré cervezas…
Era evidente desde el primer momento, pero igual nos lanzamos a buscar cervezas con Critter…
EL GRAN CACAO
Así dez!®