“Casa de mis mayores, remanso dulce de mi niñez”. Así comienza una canción que me agrada escucharla; y es porque, en realidad nací y crecí en la casa de mis abuelos, una casita de campo, acariciada y mecida por las aguas cantarinas y tranquilas de un insignificante río, pero que para nosotros, a lo mejor era un brazo de mar, testigo de nuestros vanos intentos por pescar y por el heroísmo manifiesto por cruzarlo nadando, sin importar el estilo o la rapidez.
A más del cielo, siempre limpio y azul; a más de los árboles con nidos y trinos incluídos; a más de los relinchos de potros y el ladrido de los perros, la casa de mis mayores tenía un lugar muy especial, en medio de un campo cercano a la casa de tejas, tapiales y vasto corredor. Este lugar lo conocíamos con el nombre de “el trilladero”. Se llamaba así porque en ese sitio, que era redondo y con piso de tierra, en los meses de julio y agosto, se trillaba el trigo y la cebada; y se lo hacía, colocando los “guangos” del cereal sobre el suelo, para luego pisarlo con dos caballos, sujetos con una soga sostenida por el abuelo o un peón experto en la tarea campesina. Era un trabajo precioso e interesante. Separado el “tamo”, quedaban sobre el trilladero los dorados granos, base para la harina que daría aroma a los hornos de leña, en medio de un nuevo jolgorio familiar, pretexto inolvidable para el “amasijo”.
Tiempos más tarde, cuando ya jovencitos, en el trilladero se instalaba la máquina “Zuuta Hnos.”, que reemplazaba a las bestias, dando como resultado un trabajo más rápido y eficiente.
Han pasado los años. Nos hemos hecho viejos. En las paredes se exhiben títulos universitarios: el “dulce remanso de la niñez”, es un recuerdo lejano, nostálgico, pero bellísimo; y, en la seguridad de no dejar morir ese pasado, en la casa -que ya no es la de los abuelos- hay una sala muy particular, muy especial: sobre un antiguo “yugo” de madera, está el nombre de este lugar…. “El trilladero”. La salita está decorada con tantas bellas cosas que fueron de mis “viejos”; de cosas que integraron el entorno vital de mi niñez y, que al mirarlas, pienso detener el tiempo y acariciar los recuerdos de un pasado sin políticos, ni congresos, ni luchas hasta las últimas consecuencias….. Si no incomodo a nadie, me agradaría hablar sobre cada uno de los objetos que decoran “El Trilladero”, porque cada uno tiene su historia, y porque “recordar es vivir”.
Un post del Licenciado Delacroix
cuál es la canción aquella ? me suena, me suena…
tejas, ríos, paredes de tapia, cielos azules…. también me suena mucho… y me gusta
Pilas Phantom, el Licenciado Delacroix te va a banquear!
Muy buen post, espero el resto de vivencias desde el trilladero…
yo con la nostalgia sobrevivo …
que buen post… yo quiero ser como el lic Delacroix de grande con titulo y todo…
Que envidia¡ siempre habla y escribe como los dioses
Recordar es vivir y más aun cuando también participé en todo aquello que menciona el Licenciado, yo traté de ser como el pero fue y es muy dificil, por lo menos trato de imitarle; en esas vivencias también estuve unas veces cerca y otra atrás, atrás…….
Yo escucho hablar a lic. Delacroix y te juro me veo dentro de su cuento.
Felicitaciones a el por ser un genio de la literatura…. y a ti por tener la suerte de ser su hijo…..
Siempre admiro al Licen , sus relatos me ponen nostálgico……..gm